Las actividades que proporcionan placer reducen el estrés


Actividades que proporcionan placer, como pueden ser la comida o el sexo, reducen el estrés ya que inhiben las respuestas de ansiedad del cerebro. Ésta es una de las conclusiones de un estudio publicado en la revista Proceedings National Academy of Science USA, en el que se muestra además que esta reducción del estrés se prolonga a lo largo de varios días, lo que sugiere un beneficio a largo plazo.El experimento se realizó en ratas de laboratorio a las que se administró una solución de sacarosa dos veces al día durante dos semanas y se estudio su comportamiento, así como su respuesta al estrés. En comparación con las ratas del grupo de control, estos animales exhibían un ritmo cardíaco y unos niveles de hormonas del estrés menores. También mostraban una mayor predisposición a explorar ambientes no familiares y a interaccionar socialmente con otras ratas.

Este efecto también se observó en ratas a las que se les administró una disolución de sacarina en vez de azúcar, pero no en las que la disolución azucarada se les inyectó directamente en el estómago. Con este hecho se puede deducir que el comportamiento observado depende de la sensación de placer obtenida por la comida y no de las calorías o de la nutrición conseguida.

Los investigadores descubrieron que estas ratas expuestas a actividades placenteras, como la comida o el sexo, experimentaban una respuesta más débil del eje hipotálamo-pituitaria-adrenocortical frente al estrés.

Fuente: Neurologia.com

Bórrenme de la lista que me gané la lotería


Por: Ramiro Velásquez Gómez

Como el chiste: ¿aló, con la sede del Partido Comunista? Sí, señor ¿qué se le ofrece? ¡Bórreme de la lista que me gané la lotería! El dinero parece cambiar nuestras perspectivas y así como no resulta bueno carecer de él, poseerlo en abundancia es un peligro.

Hablar de dinero en un país donde la mitad de la población vive en la pobreza, es como sentar un paletero en el patio de una guardería, pero aumentan los estudios científicos que tratan de explicar su importancia y cómo modifica la vida de las personas.

(Qué casualidad, recuerdo ahora a esos tapados en dinero mal habido y pagando escondites a peso).

Pero volviendo al chiste, Sonja Lyubomirsky, que ha dedicado su quehacer a investigar la felicidad humana, recuerda que algunos estudios han demostrado que quienes ganan una suma alta en la lotería disfrutan menos con los pequeños placeres que quienes no han sido favorecidos.

Es común escuchar en las conversaciones: a ese niño nada lo llena. El mundo le queda pequeño. No disfruta. Y ver adultos a los que la vida se les acaba en un lujoso auto que no los deja saludar ni oler una flor en el camino.

Jordi Quoidbach y colegas, en la Universidad de Lieja en Bélgica, acaban de publicar una investigación que parece demostrar que el dinero impide a las personas disfrutar las pequeñas alegrías de la vida. Su estudio sugiere que los ricos poseen menor capacidad de gozar con las pequeñas cosas, al punto de que el impacto negativo de la riqueza en su capacidad de gozar contrarresta los efectos positivos del dinero en su felicidad.

Hallaron que las personas expuestas a una recordación de riqueza, saboreaban menos un pedazo de chocolate que aquellos no expuestos.

Refrendan la hipótesis planteada en 2006 por Daniel Gilbert en su premiado libro Stumbling on Hapiness : experimentar las mejores cosas en la vida, como comer en el restaurante más caro o alojarse en el hotel más exclusivo, puede mitigar la delicia de experiencias más mundanas como un día soleado, una cerveza bien fría o un dulce.

El dinero abre la puerta a mucho, ¿pero cuál es el límite? Estudios de Kathleen Vohs, de la Universidad de Minnesota, han mostrado que con sólo mostrarles billetes, las personas se tornan menos generosas y más egocéntricas. Tal es la influencia, que manejar dinero reduce el dolor físico (al contrario, recordarle a alguien que debe gastar lo aumenta).

Como dice Lyubomirsky, investigadora de la Universidad de California, el peligro es que puede volverse tóxico, pues aumenta las aspiraciones sobre la ansiada felicidad.

Llama la atención un estudio de P. Piff y colegas, próximo a aparecer en el Journal of Personality and Social Psychology , que revela que personas de estratos socioeconómicos más bajos son más caritativas y solidarias con los necesitados, lo que demostraría que para ellas los lazos sociales son más importantes.

Entonces ¿es mejor tenerlo o no tenerlo? En este país, habría más que podrían responder por lo segundo. Por lo menos, disfruto más la cerveza en la esquina, escuchando música y sonriendo por el pájaro que busca la miga en la panadería de al lado. Ya deducirán que no he ganado nada.

Fuente: www.elcolombiano.com